Muchos me han preguntado estas últimas semanas cómo estuvo el Dakar y mi respuesta se ha basado siempre en los tres elementos que marcaron el viaje: “Comer mal, poco dormir y mucho manejar” – aunque pienso que debiese cambiarlo a “hermosos paisajes, grandes personas y motores a fondo”.
Y es que el concepto principal que he rescatado durante estas últimas ediciones es que “lo pasas mal, pero lo pasas bien y de seguro vas a regresar el próximo año” … y así será.
Siempre he comentado respecto a este tipo de eventos que el trabajo que realiza la prensa durante la competencia es un rally paralelo al de los pilotos. Si, es verdad, quizás no vas en competencia, pero al igual que toda la organización tienes que correr contra el tiempo para poder mantenerte al paso de los competidores.
Vivir el Dakar como prensa externa, sin acreditación completa, sin cena en los comedores del Biouvac, sin información detallada de la ruta, sin sistema de posta – este último punto el que menos me preocupa ya que prefiero estar en todas las etapas posibles – es casi como participar en el rally como un piloto privado de aquellos que son competidor y mecánico a la vez, que empujan y llegan a la meta por pura pasión.
Viajar de ciudad en ciudad teniendo presente acceder a algún punto del trazado para poder capturar imágenes en ruta. Dormir por turnos en la camioneta tratando de seguir el ritmo de la caravana mientras buscas alojamiento en la próxima urbe de destino, revisas la etapa del día siguiente, editas algo del material de la jornada y anhelas tener alguna “barrita” de conexión a Internet. Intentar mantener una dieta que nunca, pero nunca, va a ser balanceada. Y por sobre todo seguir firme y decidido a pesar de las horas de cansancio y el calor, son parte de los ingredientes de lo que significa pertenecer a este circo tan exigente como atractivo.
Porque a pesar de todo, el sólo hecho de estar ahí hace que todo el esfuerzo valga la pena. En una extraña forma lo disfrutas, casi como un masoquismo. Pero las cientas de anécdotas, los miles de kilómetros de paisajes y naturaleza, las personas con quienes compartes, las imágenes logradas y el rugir de los motores son registros de una aventura extrema que quedan marcados en la vida.
Tal como mencioné anteriormente, te vas a casa deseando ya regresar el siguiente año.
El Dakar es un desafío para todos los que nos relacionamos a él de alguna forma y tengan por seguro que apenas la ASO libere la ruta 2018, estaremos proyectando nuestra nueva participación.
Sin más palabras, los invito a revisar la galería resumen de este año.
Nuevamente gracias a todos quienes hicieron posible este viaje: Ixs, Comercializadora L-Samax, Trotamundo.cl, FibraAlum Rally, Motor Andes, Pipo Cornejo, Seba Farías y su servidor.
© Nico Altamirano